Test de Perogrullo

A raíz de las recientes polémicas sobre cultura, política y política cultural, le propongo que se someta a este cuestionario breve. Seleccione la opción que mejor se ajuste a su opinión en cada caso. Al final del cuestionario encontrará la solución.

1. Suponga que es verano y dígame: ¿a quién va a dejar usted al cargo de su perro, su buzón y sus plantas mientras parte, feliz, de vacaciones?
a) A alguien de buena voluntad, que además sepa cómo cuidar de todo.
b) A uno que pasaba por allí, pero que le sonaba de vista, igual del bar.
c) A quien alardee, alto y claro, de su enconado odio al mundo animal, postal y vegetal, y de su determinación de acabar con los tres.

2. Imagínese ya a su regreso: ¿en quién delegará la tierna educación de sus hijitos? ¿Quién quiere que les cure los rasguños? ¿A quién le encargará el pastel de cumpleaños?
a) A alguien bienintencionado y mejor preparado.
b) A quien esté a mano, qué sé yo, la portera, qué más dará uno u otro si son todos iguales.
c) A quien proclame su convicción de que la mejor educación es la mano dura, que las heridas que se infectan nos hacen más fuertes, y que a buen hambre no hay pan duro ni mohoso.

3. Pongamos, si es usted capaz de aventurarse en la contemplación de un futuro incómodo, que llega a viejo y esa vejez lo aflige: ¿quién quiere que le ayude con aquello de lo que ya no sea capaz de ocuparse por su cuenta?
a) Alguien competente, honesto y humano.
b) El primer vendedor a domicilio que llame al timbre.
c) Un famoso matancianos cazador de herencias.

Espero que, a estas alturas del juego, ya me haya visto el plumero. Solo si en cada caso ha elegido c) estoy dispuesta a admitir sin reparo que sería coherente que lo hiciese también en la pregunta que sigue.

4 y final. Digamos que le importa la cultura, que la cree valiosa y necesaria, que quiere que prospere y dé buen fruto, y que sabe distinguir entre cultura y folklore, entretenimiento u ocio. ¿En quién quiere que recaiga la gestión de las políticas que la fomentan (o la agostan)?
a) En alguien con el conocimiento, la experiencia y la predisposición necesarios para favorecer su crecimiento.
c) En quien declara que los profesionales de la cultura son unos vividores, cree firmemente que la cultura no sirve de nada (y a la vista está que a él o ella de nada les sirve, porque no la usan) y se frota las manos ante la perspectiva de dedicar el presupuesto a robustecer la saludable ignorancia popular.

Antes de maldecir la ominosa gestión cultural del analfabeto desaprensivo, preguntémonos cómo llegan los asnos a aposentarse en esas tribunas y a sostener con la pezuña el cetro.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo soy buena persona

La mujer barbuda

Como las cabras