Plan Nacional de Fomento de la Ignorancia

No falta demasiado para que los eufemismos caigan a plomo como pesados cortinajes raídos y quede al descubierto el verdadero nombre del programa político de nuestros mandatarios. Todo delata que las medidas que vienen promulgando forman parte de un –todavía innominado pero ya ignominioso– PLAN NACIONAL DE FOMENTO DE LA IGNORANCIA [en adelante, PNFI].

Esta ambiciosa empresa está siendo concebida como Dios manda, a base de montañas de informes de trabajadores internos y de consultorías de expertos externos. Tiene objetivos principales y secundarios, líneas de actuación, indicadores de evaluación e incluso una partida presupuestaria propia. Para muestra, un botón:

«Metodología estratégica del PNFI:

1. Campaña de ADOCENAMIENTO y ABORREGAMIENTO de la población general.

2. Campaña de ADOCTRINAMIENTO del porcentaje de población que haya superado con éxito el punto 1.

3. ACINAMIENTO* y EXPLOTACIÓN voluntarios.»

*[Sic. La ortografía de los secretarios que redactan leyes y actas constituye una prueba palpable del imparable avance de nuestro PNFI.]

Las criaturas, extraordinarios lectores potenciales, reciben una atención especial en este PNFI; se pone un cuidado exquisito en evitar que desarrollen defectos intolerables como la curiosidad, la capacidad de aprendizaje, la imaginación. Las herramientas utilizadas son sencillas: por una parte, la privación de estímulos y contenidos; por otra, la concienzuda crispación de todos los agentes educativos. Si los niños fuesen polluelos en cajas de cartón, se trataría simplemente de ir obturando los agujeritos por donde corren, cada vez más escasos, el aire y los rayos de luz.

A la mayoría de los padres ni siquiera hace falta aplicarles leyes específicas: la televisión pone todo lo necesario. En muchos casos la lectura es para ellos un vago recuerdo o una actividad mojigata propia de raritos y perezosos. En sus listas de «lo más leído» destacan sobremanera las nóminas y los extractos bancarios.

Este programa de analfabetización permanecerá innominado hasta que llamarlo por su nombre no ofenda a nadie. Pero muy pronto, cuando ya todos seamos ignorantes, nuestra ignorancia nos parecerá una virtud deseable, y el PNFI, un punto de inflexión histórico digno de las mayores alabanzas.

A los insurrectos sólo nos queda precipitarnos a las bibliotecas para leer cuanto seamos capaces antes de que las privaticen o clausuren y quemen los volúmenes que contenían. Luego, tendremos que ocultar en escondrijos discretos y criminales nuestros propios libros, para quizá intercambiarlos en la clandestinidad. Suena tremendista, pero de todo esto no hace tanto tiempo. ¡Fahrenheit 451 y 1984 están cerca!

Por más que el PNFI triunfe, no podrán impedirnos lo más básico. Lo que pasa es que raramente hacemos cosas que nunca aprendimos a hacer: ¿sabremos cómo empezar a PENSAR?

Comentarios

  1. guapa, he escrito la definición de albriscente pero no sé cómo mandartela, está en el blog. besos

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  2. Maravilloso, Peregrina. Este diccionario es decididamente albriscente. Espero tu palabra para nueva definición.

    Besos sorianos y entusiastas.

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