La virtud del tambaleo

VOTANTE QUE DUDA: Y usted ¿qué opina?
POLÍTICO QUE AFIRMA: Pues lo mismo que usted.
VOTANTE QUE DUDA: ¿Cómo lo sabe?
POLÍTICO QUE AFIRMA: Estoy seguro.
VOTANTE QUE DUDA: ¿Punto por punto?
POLÍTICO QUE AFIRMA: Y al pie de la letra.
VOTANTE QUE DUDA: ¿Sobre cualquier cosa?
POLÍTICO QUE AFIRMA: Póngame a prueba.
VOTANTE QUE DUDA: Veamos… Cultura.
POLÍTICO QUE AFIRMA: General.
VOTANTE QUE DUDA: Salud.
POLÍTICO QUE AFIRMA: Dinero y amor.
VOTANTE QUE DUDA: Educación.
POLÍTICO QUE AFIRMA: Eso, eso, mucha educación.
VOTANTE QUE DUDA: ¿Y la patria?
POLÍTICO QUE AFIRMA: ¿Está indeciso?
VOTANTE QUE DUDA: ¿Y usted?
POLÍTICO QUE AFIRMA: ¿Y yo?
Silencio.
VOTANTE QUE DUDA: Oiga, por más que charlamos no saco en claro si su programa se decanta hacia la izquierda o hacia la derecha.
POLÍTICO QUE AFIRMA: Claro, claro.
VOTANTE QUE DUDA: No, nada claro.
POLÍTICO QUE AFIRMA: ¿Qué preferiría?
VOTANTE QUE DUDA: La verdad desnuda.
POLÍTICO QUE AFIRMA: Yo soy ambidiestro. En política, ¿sabe?, la especialización es un estorbo.
VOTANTE QUE DUDA: En tal caso, no creo que le vote.
POLÍTICO QUE AFIRMA: ¿Por qué, querido amigo? ¿Acaso no coincidimos en todo? ¿No somos almas gemelas?
VOTANTE QUE DUDA: Recita vaguedades que se parecen a lo que yo quisiera oír, pero al frente de la cosa pública ¿no sería mejor que hubiese alguien que se mantuviese firme, fiel a unos principios coherentes y justos? Lo veo tambaleante, si me permite que se lo diga sin embozo.
POLÍTICO QUE AFIRMA: ¿Tambaleante, dice? ¿Y le parece malo? ¿Cuándo ha visto usted que caiga un tentetieso?

Escenas de conversación, de Juan Muñoz (1994)


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