Yo soy la excepción

Ya pasó todo. Y aquí no ha pasado nada.
Bueno, sí, una crisis económica galopante, fruto de la gestión irresponsable de unos locos que han estado fingiendo que algo pasaba para así poder dominar, reprimir e imponer medidas desproporcionadas, aberrantes y antipatrióticas.
Ahora hay que pasar página.
¿Cómo lo hacemos? Pues recuperando sin miedo y cuanto antes nuestras buenas costumbres estivales, que a lo tonto a lo tonto se nos ha echado el verano encima. 

A saber: 
Retocarse el look
Renovar el armario
Disfrutar del ocio en buena compañía 
Ventilar a las criaturas en campamentos infantiles
Contratar unas merecidas vacaciones playeras
Programar reencuentros a gogó
Celebrar comilonas en tropel, que hay que ponerse al día después de tanta soledad.

(Marque con una X las tareas cumplidas y añada las que considere imprescindibles en su caso, como desfiles, fiestas populares o manifestaciones.)

Nos comportamos como si la amenaza de pandemia ya hubiese pasado definitivamente. Como si el virus que la ocasionó se hubiese evaporado. Entre las horribles frases hechas de la "nueva normalidad" (ya saben, que "hay que reinventarse" o que muchas cosas "han venido para quedarse") se cuenta esa que nos anima a "superar la pandemia", como si se tratase de un trauma psicológico cuyo poder sólo estribase en desestabilizar nuestra cotidianidad y nuestra economía.

Encima, "los demás lo hacen mal" cuando se tocan la cara, se abrazan, se desplazan sin criterio, etcétera. En cambio, si soy yo quien se comporta así, tengo mis razones y sé que no entraña peligro. Yo soy la excepción.

Bueno, pues gocen ustedes mientras puedan de las delicias de la inconsciencia. Cuando llegue el rebrote (como muestran a las claras las cifras de los países de la avanzadilla, aquellos en los que la epidemia se propagó y se redujo antes porque lo habían "hecho mejor"), que les quiten lo bailao

Como humanidad, tenemos mucho margen de mengua. Hacia el año 1800 poblaban la tierra mil millones de habitantes, y eran más de los que nunca había habido. ¿Han oído decir jamás que antes del s. XIX el ser humano viviese al filo de la extinción? Pues actualmente somos siete mil setecientos millones de personas en el mundo. Echen sus propias cuentas.



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