Crecimiento durable

Tenemos niños. Crecen.
Y nos maravillamos
viéndolos desplegarse,
minuto tras minuto
avanzar imparables
hacia el hombre completo
que adivinamos claro
en sus pequeños cuerpos
y en sus almas vibrantes.

Tenemos, además,
espejos y conciencia.
Y ni nos inmutamos
mirándonos en ellos.
¿Dónde quedó el milagro,
dónde está nuestro avance?
¿Acaso nos creemos
acabados, perfectos?
¿No nos vibra ya el alma?
¿No somos aún pequeños?

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