Big bang

Cuando sepas abrirme
tu corazón en cuenco o en galaxia
para acoger en él
este amor que te ofrezco;

cuando en tu balanza
los planes y los planos,
las plazas y los plazos,
las casas y los casos y los cazos
pesen menos que el amor que te ofrezco;

cuando sea valioso
para ti lo que es
para mí más real:
la noche, el bosque, el tiempo,
el mar, el dar, la risa,
el abrazo, el consuelo,
los colores del mundo,
el murmullo del alma
y el amor, ¡el amor!,
como el que ahora te ofrezco;

a partir de ese instante
podrás llamarme tuya:
congénere, comadre,
amiga, compañera,
contemporánea tuya.

Pero no lo hagas antes,
no nos mientas en esto.
Hasta que no recibas
mi amor como oro en paño,
no compartimos nada.
No eres nada mío.



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