Bed-in for peace

Si Yoko y su flamante,
pacífico, melódico
marido hubieran visto
quebrada la blancura

del sol en las ventanas,
de las flores en cestos,
de las sábanas limpias
en Montreal o Amsterdam

por el quehacer avaro,
terco y estrepitoso
de un contratista de obras
–albañil capataz
con aires de Hacedor–,

por aullidos de broca,
dentelladas de sierra,
mazazos de derribo,
erupciones de tierra,
por la tozuda acción
del ruido y de la furia,

¿habrían entonado
un rosario de mantras
para restablecer
aquel silencio herido?,

¿habrían procurado
amansar con canciones
imagine all the people
a la fiera con mono?,

¿habrían ignorado
la tormenta de yeso
–sonrisa imperturbable,
rostro sereno– frente
a la prensa mundial?

¿Qué habrían hecho ellos
con tal de preservar
la paz de su bed-in,
que perseguía la paz?

¿Qué pueden el silencio,
la sonrisa y la calma,
–tan cálidos, tan tiernos–
contra la estupidez
sorda, ciega, incansable
del airado deber?



Comentarios

  1. The sound of silence20 de julio de 2018, 18:54

    La estupidez de uno es directamente proporcional al ruido que hace.

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  2. ¡Qué bonito nombre tiene, querido/a The sound of silence! ¡Ojalá cundiese un poco su ejemplo!

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