Gritos pronunciados con las manos

“Que en determinadas arcillas profundas se habían encontrado huellas de manos grabadas en sus paredes. Manos de hombres, abiertas, a veces heridas.
—¿Qué significaban esas manos, según la señorita?
—Significaban gritos, decía ella, para que, más tarde, otros hombres los oyeran y vieran. Gritos pronunciados con las manos.”
[Fragmento de Roma, de Marguerite Duras, traducido por Ana María Moix.]
 

Fotografía de Richard Barnes: The Wave en Vermilion Cliffs

No se escribe con lápiz y papel. Se hace con poleas que sujetan cestillos que cargan minerales que arrancamos abajo, ahí, en lo más hondo. Tan hondo como hayamos sabido descender. Nunca lo suficiente. Vértigo.

Quien escribe extrae la piedra oculta y la eleva, al mismo tiempo, desde la superficie. Luego vuelca el cesto a sus pies y expone el revoltijo a la vista de todo aquel que pase. Siempre habrá quien le eche una ojeada hastiada, anémica, brevísima, y desprecie en silencio ese montón de escombros.

La escritura escarba. Va horadando la tierra a cada garabato. Escribo “Ahora es de día” y la escritura misma responde “¿Y qué hay debajo?”. “El griterío de lo cotidiano tras la ventana.” “¿Y debajo?” “Un jalearse cada quien a sí mismo para seguir en pie, como si adivinasen que callar equivale a caer desplomados.” “¿Y debajo?” “Lo que cuesta vivir sencillamente. Sencillamente, vivir.” “¿Y debajo?” “Sencillamente y vivir. La sencillez y la vida cara a cara, prestas a combatir cual gallos de pelea.” “¿Y…”

Leo Escribir de Marguerite Duras, un volumen candente que se escurre por las grietas del alma y la escritura como metal fundido. Un regalo y un mandato literario. Me encasqueto mis arreos de excavadora y me adentro en prospecciones recónditas.

Comentarios

  1. .
    Sí, pero por mucha profundidad a la que escarbemos, siempre parece descender con nosotros ese cuartito oscuro y cancelado (cuyo contenido es a menudo pavoroso) cuya llave poseemos y jamás se nos pierde.

    Un saludo, Pepa.
    :-)

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  2. La primavera y el verano los he pasado adecentando ese trastero aterrador que traigo dentro -como tú, como todos-. Aún está sombrío y demasiado lleno, pero lo he ventilado, he colgado una lámpara japonesa y algunos collages, y me siento a ratos a escribir allí.

    Un fuerte abrazo.

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  3. Qué bello texto, me lo guardo en la memoria. Gracias

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