Mudanza

Imprevisibles hadas desordenan
los estantes combados por el peso
de años de quietud.
Duendes de buena voluntad vacían
los cajones llenos de calcetines
pendientes de zurcir,
y los colman de oro,
mermelada de higos
y mullidos jerséis de punto bobo.
Luciérnagas descienden y se posan
en rincones callados,
antes desatendidos.

Todo es polvo y barullo, un remolino
de prisa y de sorpresa.

En la linde del bosque
una miríada de seres mágicos levanta
un hogar
donde hasta hace un momento sólo había
una casa.


Fotografía de Salva Artesero

 

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