Guardarropa

Tarde de criba.
Visita improvisada
al guardarropa ruin de los recuerdos,
donde otra yo,
gemela mía en rasgos
pero de edad distinta y maleable,
juguetea y de mí se mofa
al recoger las fichas que le alargo:
numerados resguardos de memoria,
justificantes de días remotos
que entonces yo dejé a su cuidado.

A cambio me devuelve, descarada,
mediodías de arena y carcajadas;
o luego una foto desvaída
que sentencia: «Aquí estabas
y reías, aunque no lo recuerdes»;
después, el cerco del llanto cansado;
quizá el bozal de aquel león domado
y más aún...

Lo inquietante es que me mira
con mis ojos de quince años y un día,
que me habla
con mi voz de hace mil semanas,
que me huele
con mis narices del 97.
«¿Quiere que le devuelva el papelito?»
Guardo silencio y dudo: destruirlo
¿implica disolver todo el pasado?,
¿triturarlo?, ¿jamás más evocarlo?
Me apremia altiva desde su ventanilla;
titubeo, encaramada en una silla
viendo crecer en torno a mí montañas
de papeles, memorias renovadas,
registro actualizado sin descanso
de esta vida que exige ser vivida.
«Con su pan se las coma, señorita,
las toneladas que tras de mí arrastro
de comprobantes,
feo caparazón hormigonado.»
«Acarree entonces su memoria»
cree maldecirme,
pero yo la acepto
y la inflo con helio anaranjado
y sin cordel la lanzo cielo arriba:
que se pase por casa cuando guste
sin aviso ni cita.

El guardarropa inútil,
custodio plomizo de mi pasado,
cierra dándose aires su portón;
y yo sonrío y bailo
en este espacio libre:
cualquier tiempo presente fue mejor.

Comentarios

  1. q suerte poder asomarnos tambien a tu guardaropa , apasionante la visualizacion......

    ResponderEliminar
  2. Asomarse a los armarios largo tiempo cerrados -los de la naftalina o los ramilletes de lavanda- llenos de tantos "por si acaso" y aún más "de recuerdo"... da auténtico vértigo. Sí, son viajes apasionantes en la máquina del tiempo.

    ResponderEliminar
  3. Se nota que eres dramaturga. Para escribir poesía hay que dejar de lado esa razón que controla una historia y dejarse llevar. A lo Sarah Kane, para que me entiendas.

    ResponderEliminar
  4. ¡Hay tantas oscilaciones distintas con las que dejarse llevar! Del péndulo monumental y furioso de Sarah Kane al cimbreo tembloroso de una llama. ¡Y cabe tanta irracionalidad en lo inteligible!

    Coincido contigo, lector anónimo, en que la poesía no necesita argumento sino experiencia, no quiere cuento sino revelación; pero no rehúyo, en cambio, la peripecia mínima cuando se me aparece.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Ganar

Los podadores insulsos

Sigue la pista de 'Las uñas negras'