El don de la oportunidad

A un paso de sucumbir a la desorientación de la cofradía de los agnósticos autónomos –sin tradiciones, vacaciones ni remuneración durante toda una semana, por Santa que sea–, quiso la Fortuna depositar entre mis manos vacías una lectura oportuna y transformadora. Así, mientras la programación televisiva –evasión de los pobres– se llenaba de señoras con rosario y mantilla, de pies sanguinolentos, de veneradas imágenes cristianas o marianas y de feligreses que se volvían hacia la cámara para saludar a voces y con amplios gestos, pude refugiarme en un lugar plagado de peligros y aun así infinitamente más seguro que la realidad.

¡Menudo reparto!, novela de Jonathan Coe publicada en inglés por Viking en 1994 y en castellano por Anagrama en 1996, fue reeditada en 2010 dentro de la colección «Otra vuelta de tuerca». Su reaparición está más que justificada, desde luego, por razones literarias: el relato impresiona y absorbe con un despliegue de materiales textuales diversos –narración, columnas de opinión, transcripción de entrevistas, cartas humorísticas, extractos de un diario con notas a pie de página, etcétera– que, lejos de aturdir al lector, lo atan con nudo firme al desarrollo de una trama hilarante y turbia. No obstante, ¡Menudo reparto! era también de reedición obligada en los tiempos políticos que corren. En clave de sátira, desvela los supuestos y más que creíbles tejemanejes de los miembros de una aristocrática familia británica a lo largo del siglo XX. Coe sustenta su retrato de los vicios veniales y los pecados mortales de cada uno de ellos en una sólida base teórica sobre la corrupción política, tan avanzada que casi es putrefacción; sobre las consecuencias de la liberalización –léase privatización– de los servicios públicos, especialmente el sistema sanitario; sobre las transacciones armamentísticas y los vínculos militares europeos con los mismos países de Oriente Medio que después atacarán amparándose en los derechos humanos; sobre el verdadero precio de la sobreexplotación agrícola y ganadera en el sector alimentario; sobre la autoridad intelectual que se otorga, en el negocio de la creación de opinión, a ignorantes mezquinos de ilustre cuna o prosaicamente explicable fama.

A los miles de lectores hambrientos de indignación que han llevado Indignez-vous! de Stéphane Hessel a sus cotas actuales de ventas y difusión, ¡Menudo reparto! les ofrece una nueva y generosa dosis de cabreo estimulante. Por si fuera poco, Coe –que la publicó con apenas treinta y tres años– consigue inyectar en la novela toda esa crudeza informativa sin que se resienta lo principal: la literatura. ¡Menudo reparto! es un prodigio narrativo que intriga, asusta y divierte al lector, sin perder brío, durante unas quinientas cincuenta páginas.

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