Los niños no sirven para nada


La frase que da título a esta entrada no es mía, sino de un padre de familia que blande en el aire un dedo índice acusador. Se ha puesto en pie de repente, a media tertulia literaria, justo cuando abordábamos la oposición entre el utilitarismo economicista (ese que concibe a las personas como herramientas o recursos) y el humanismo (que prioriza la vida en plenitud, y relega el provecho al papel de servidor en vez de amo). Grita "¡Los niños no sirven para nada!" y de entrada parece una boutade. El lema ejemplifica a las mil maravillas el absurdo imperante, que se empeña en anteponer el mercado al ser humano. Lo ha soltado con una contundencia y un fervor tan bien fingidos que multiplican el efecto irónico. Cunde la risa.

Entonces nos damos cuenta de que la cosa no iba en broma. Enrojece y concentra en mí la mirada y la furia: "¿Tú qué sabes? ¿Tú tienes niños? ¿Eh? ¡Porque yo tengo dos! ¡Dos! Y no sirven para nada. Lo he pensado mucho. Llevo años dándole vueltas a esto. ¡Y es así! ¡Los niños son completamente inútiles!". Tímidamente, el joven que se sienta más cerca de él susurra, conciliador: "Hombre, dan felicidad". A lo que el pobre padre desquiciado responde desplomándose en su silla, clavando la mirada en el suelo y cayendo en un mutismo desolado durante el resto del debate. Musita algo, quizá diga "Para nada... para nada... para nada". Cuesta entenderle y la verdad es que tampoco se atreve nadie a preguntarle, ni a pasarle la mano por el lomo, ni a intercambiar más opiniones sobre el mismo tema.

¿Para qué debería servir un niño? ¿Para qué una persona? ¿Quién decide qué deber es ese de servir y a quiénes sujeta y a qué los somete? ¿Cómo llega un hombre adulto medio a clamar ante una veintena de desconocidos ese doloroso sentimiento de desvinculación, reproche y desvalorización hacia sus propios hijos pequeños? ¿Cuánta amargura cabe en un corazón corriente? ¿Cuánto desamor reciben a diario esos niños? ¿Cuántos hay como ellos? ¿Y qué remedios ofrece a todo esto el mercado?


Comentarios

  1. El maltrato que han recibido los niños durante toda esta situación pandémica creo que se debe a que los que mandan tienen ese pensamiento muy arraigado, los niños no sirven para nada. De lo contrario no les habrían encerrado durante cuarenta días seguidos, no les habrían acusado de ser lo vehículos de contagio, no les habrían privado del derecho fundamental a la educación, no habrían precintado los parques, no habrían abandonado a su suerte a la embarazadas que se ven obligadas a tomarse su propia muestra para hacerse una citología,... Y así suma y sigue.

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    1. Querida/o desconocida/o:
      Coincido con usted en que quienes gobiernan (desde la mayor hasta la menor institución decisoria) padecen a menudo un sesgo cognitivo peligroso: hay para ellos personas sumamente importantes y otras francamente irrelevantes. En cuanto se instaura esta falacia, el resto viene dado.
      No me adhiero del todo a que sean los niños quienes hayan sufrido maltrato durante la pandemia. O no más que los demás ciudadanos. Hay niños con jardín, compañía agradable, fibra y mutua sanitaria que lo han tenido más fácil que adultos y ancianos. La cosa, como suele, tenía menos que ver con la edad que con el poder adquisitivo. Aporofobia, vamos. En sus distintas manifestaciones.
      Reciba un saludo afectuoso.

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