Los lazos flojos


En los últimos tiempos 

ha aflojado los lazos 

con personas queridas. 

No con todas. Con esas 

que cojeaban del pie 

de la lamentación 

sin fin, pobre de mí, 

de la sordera crónica, 

de la autocomplacencia. 


Con personas queridas 

que daban ya por hecho 

que ella las querría 

sin límite o remedio. 

¿De qué servía decirles: 

"Cuidado, que me pisas"? 

¿De qué servía advertirles: 

"No quiero que me escupas"? 


¿De qué servía plantarse: 

"No me uses, no soy 

un pañuelo, no soy 

un cubo de basura"? 

De nada. Y derramaban 

sus lágrimas amargas, 

y la ahogaban en llanto. 

Ahí podía morirse, 

¡qué mas les daba, si ellos 

quedaban descansados! 


¿Le duele haber soltado 

amarras con personas 

queridas? ¿Con aquellas 

que siempre le cantaban 

la letanía oscura 

de su triste desgracia? 

¡Más le dolía antes! 


Adiós a quienes nunca 

repararon en ella y sus minucias: 

en si hoy había comido, 

en quién se le había muerto, 

en por qué estaba pálida... 

¡Bastante tenían ellos 

con sus juanetes y 

los gastos de su perro! 


Mira los lazos flojos: 

ya se están disolviendo. 

Las personas que quiso 

fingen que eso no es cierto, 

que se le pasará 

y si no tiempo al tiempo. 

A la hora de quejarse 

tal vez la echen de menos. 

Las personas que quiso 

¡qué poco la quisieron! 


Fotografías de Salva Artesero

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