Pasar

Pasar y no dejar
más rastro que la leve
pisada del recuerdo.

Se arremolina en nubes
el polvo del camino
cuando el coche se aleja.

Apenas un minuto
después, el polvo quieto
ha olvidado su paso.

El caminante deja
caer migas de pan
en los claros del bosque.

Él sigue andando. Luego,
picoteo de gorriones,
acarreo de hormigas.

Un escriba grabó
palabras imperiosas
en tablillas de barro.

Nos requiere ya en vano
su mensaje, que clama
y que no comprendemos.

Pasar y ahondar la huella
del eterno silencio.
Es más que suficiente.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo soy buena persona

Ensayo sobre teatro (VI): TABLILLA

La mujer barbuda