Remedios simples

La pluma verde amanece seca. Está embozada y mal provista.

Basta con dejar correr por encima del plumín un hilito de agua limpia para liberar el conducto cegado. Otra vez se desliza la tinta hacia el papel. Con el cartucho casi vacío, dibuja letras cuyo contorno va empalideciendo y adelgazando... A la primera señal de intermitencia en el trazo, otra carga rebosante tomará el relevo de ésta que se agota.

Sin el agua y las reservas renovadas, la pluma verde hoy no escribiría ni mu. Así los hombres, con nuestros obstáculos y nuestras flaquezas. Puede lo más simple resultarnos insalvable cuando no acertamos a ponerle remedio.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Ganar

Los podadores insulsos

Sigue la pista de 'Las uñas negras'