Abuelito, dime tú
A estas alturas, ya saben bien de qué pie cojea Pepa –y aun si lo hace por traer el tacón roto, la suela agujereada o el cordón deshilachado–. Le conocen tanto los humores y las inquinas como los adverbios y los hipérbatos. No les sorprenderá, por tanto, que habiéndole amargado esta conversación un menú del día, pase a transcribirla casi fielmente, añadiéndole un pellizco de sal y pimienta.
(En un restaurante modestamente
sofisticado, con ese chic de andar por casa de los mesones de pueblo
remodelados y regentados por los hijos de los hijos. Pepa Pertejo, que come
lentejas, llama nuestra atención con la cuchara.)
PEPA: ¡Lectores perspicaces de allende las pantallas, escandalícense
de la decencia! ¡Asistan a la depravada monserga con que un abuelo triunfador, moderadamente
cetrino y de perfil cesáreo, vuelca amorosamente su experiencia de la vida en
sus nietecitos púberes!
(Nos indica la mesa contigua. Allí, un
anciano ufano y redicho alecciona a dos tiernísimos adolescentes.)
ABUELO: La empresa. Lo primero es levantarla y granjearse
admiración y renombre. Ser los primeros, ser los mejores: los más productivos y
los más rentables, los de las instalaciones más modernas y las relaciones más
exquisitas, los de la publicidad más pegadiza, los de
la directiva mejor avenida –¡que quede en familia!–, los que cada año superan sistemáticamente la cuenta de ganancias
del anterior.
NIETO MENOR: ¿Y daremos trabajo a mucha gente?
ABUELO: Sólo si no queda otro remedio. La gente es lo de
menos. Y nada de convenios colectivos. Competitividad, ésa es la clave.
NIETO MENOR: ¿Y qué fabricaremos?
ABUELO: ¿No te enseñan nada? ¿Qué más te da lo que
fabricaréis? Calla y escucha. Vosotros levantáis la empresa y la posicionáis,
¿eso lo entiendes?
NIETO MENOR: La posicionamos.
ABUELO: Y una vez posicionada, la sacáis a bolsa.
NIETO MENOR: ¿Adónde?
ABUELO: (Al NIETO
MAYOR.) ¿Tu hermano es tonto?
NIETO MAYOR: Aún no lo sabemos.
ABUELO: Bueno, pues lo de la directiva unida no va por
él, a él déjalo, no sé, de… (Al NIETO
MENOR.) ¿Tú qué sabes hacer?
NIETO MENOR: Dibujo.
ABUELO: ¿Que dibujas? Que qué sabes hacer, te he dicho,
no que cómo te distraes… ¡Por el amor de Dios! (Al NIETO MAYOR.) A tu hermano déjalo por imposible. (Al NIETO MENOR.) Aprende algo por una
vez en tu vida, chaval: café, copa y puro. La copa, de coñac. Café, copa y
puro. O no serás un hombre en tu vida. ¡Fíjate en tu hermano! (Al NIETO MAYOR.) ¿Adónde sacarás la
empresa cuando ya seas líder del sector?
NIETO MAYOR. A bolsa.
ABUELO. (Al NIETO MENOR.) ¿Lo ves, ignorante? ¡A bolsa!
NIETO MAYOR. ¿Qué es “bolsa”?
ABUELO. ¿Que qué es “bolsa”? (Se sobrepone a la contrariedad. Al NIETO MENOR.) ¿Te das cuenta,
burro, más que burro? Cuando un chico listo como tu hermano tiene una duda,
hace una pregunta oportuna y concisa, y no como tú, que sueltas la primera
impertinencia que te pasa por la cabeza. (Al
NIETO MAYOR.) La bolsa es el mercado de valores, hijito. Divides la
propiedad de la empresa en acciones y las vendes. Así conviertes el prestigio
en dinero contante y sonante. ¡Dinero! ¡Dinero! ¡Dinero!
NIETO MAYOR. ¿Y luego?
ABUELO. ¡Y luego nada! El objetivo era ese. Metes el
dinero en espuertas, porque no va a caberte en los bolsillos. Lo metes en
colchones o en una caja de caudales. Lo metes en el banco si te ofrecen un buen
tipo de interés. ¿Y luego? ¿Tú también
eres tonto? ¿Qué clase de besuguitos parió la besuga de vuestra madre? ¡Ja! ¿Y
luego?
NIETO MENOR. (Al
NIETO MAYOR.) Y luego ya te mueres. Fumándote un puro.

Como si lo hubiera presenciado, de lo bien que lo has trazado. Es de esas historias en las que uno no sabe si reír o llorar. Pero a mí me ha hecho gracia, más que nada...
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Miguel Ángel! Lo mismo me pasó a mí cuando asistí a la escena original [aquí aliñada].
ResponderEliminarY encantada de conocerte: ahora me voy a dar una vuelta por la sombra...