Digo “Ando”, y ando.

Es inútil tratar de remontarse a los orígenes de la doblez, al instante ancestral en el que un hombre, por vez primera y fundacional, dijo una cosa e hizo otra distinta –la contraria, quizá–. Inauguró así un modus operandi que se ha ido perpetuando, elaborando y sofisticando hasta alcanzar en nuestros días cotas de disociación sin sutileza, que maravillan o aturden al incauto. 

Si nos regimos por la palabra vana –usurpadora y enemiga de la palabra plena–, nuestro presente es el mejor de los mundos: Pujol jamás fue “un polític corrupte”; el 9N, la catalana terra se sumergirá en la abundancia y la gloria bendita; y muy pronto, quién sabe si hoy mismo, el empuje verbal del gobierno y la oposición municipales –que mastican a dos carrillos argumentos arrojadizos con que granjearse votantes, cargos y un sueldo nescafé– conseguirá que se pueda andar por las calles del pueblo sin peligro de atropello ni necesidad de trepar sobre o arrastrarse bajo los coches que hasta ahora han aparcado felizmente bordillo adentro.

En cambio, en el plano de las acciones, la realidad no luce tan perfecta. El dinero de dudoso origen y peor gestión permanece al abrigo de la banca. De las bondades del inminente 9N sólo se han materializado petardos festivos y papeles aprobados por unanimidad con demasiados aspavientos. Y hacen mucho más por la recuperación de las aceras para los peatones quienes salen a andar. Y quienes se molestan en reclamarle su espacio al coche que les cierra el paso –aunque sea el enésimo, aunque el conductor pillado en falta les responda como un energúmeno y obsequie al peatón con una bronca cargada de razones idiotas que medio pueblo apoyaría sin dudar–. Y quienes no permiten que esta rutina agotadora les haga desistir de su determinación: dicen “Ando”, y andan. 

Campañas como la que el colectivo Xinoxano ha llevado a cabo esta semana son significativas y transformadoras: manifiestan una posición, obran de acuerdo con ella, e interpelan a ambos niveles a todos los implicados y afectados por este abuso en la convivencia. Quienes queremos caminar con normalidad por Sant Feliu de Codines, hagámoslo. Que palabra y acción sean una misma cosa.




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