Teatro de piedra



La lectura de Cartas del verano de 1926, selección comentada de la correspondencia que mantuvieron Tsvietàieva, Pasternak y Rilke, me dejó un sabor agridulce en el alma. Las confesiones literarias y vitales de estos tres poetas triunfales –pues su poesía oscila entre lo celestial y lo infernal, tan poderosa que entrecorta el aliento–, se trenzaban inevitablemente con el relato de la precariedad material, de la miseria que no afloja.

La compañía Cos de Lletra representa en la Sala Fènix de Barcelona su más reciente espectáculo, "La cua del Paradís", una comedia en blanco y negro a partir de cuentos de Pere Calders. La experiencia teatral profesional mezcla también la euforia de la creación –laboriosa y deslumbrante, minuciosa y total– con una menesterosidad flagrante y creciente.

Merecen a menudo, a ojos profanos, la misma consideración el aficionado que bosqueja cuartetas de rima machacona o que declama apasionadamente y a trompicones parlamentos de Molière, que el artista que consagra su vida a la escritura o a las tablas –léase aquí toda arte–. Y aun la torpeza bienintencionada suele despertar simpatías allí donde la profesionalidad encuentra recelos. El teatro o la literatura amateurs están en la actualidad sobradamente sufragados por subvenciones locales, ingresos que no exigen declaraciones trimestrales ni cotizaciones en la seguridad social, y mano de obra gratuita a porrillo. ¡Bravo por ellos! Las innumerables trabas con que se topa el artista que pone en la creación su vida y no sólo su tiempo libre perpetúan esa precariedad material de los grandes poetas del verano de 1926 y abona un terreno en el que el diletantismo cultural –feliz y deseable– constituye la única vía de creación sustentada.

Si bien han proliferado en los últimos años sonadas iniciativas privadas de micromecenazgo, cualquier proyecto artístico riguroso requiere una planificación seria que queda aquí sujeta al azar de la recaudación anticipada y al atractivo pintoresco de las recompensas que se ofrezcan. En algunas plataformas, además, la competencia es feroz y el artista que pasa su gorra metafórica suele ver caer la moneda en el saco de alguien mejor pertrechado, que sólo ha ido allí para redondear su presupuesto. La multiplicación de estas peticiones de patrocinio a pequeña escala ha acabado por cansar a buena parte de los potenciales mecenas y al final el gesto del artista que ruega una contribución "s'assembla molt a la mendicitat pública" –"se parece mucho a la mendicidad pública"–, en palabras de Calders.* Los agradecimientos terminan convirtiéndose en una enumeración de parientes y amigos.

Las tapias que cercan nuestro campo de trabajo en cuanto artistas son en buena parte económicas. Sin embargo, cada proyecto necesita absorber una serie de esfuerzos y materiales imprescindibles, sin los cuales nacería mutilado, bastardo o muerto. Quienes creemos en la profesionalidad como baluarte de la investigación, el perfeccionamiento, la experimentación, la calidad y la grandeza en el arte –en contraste con el candor desmañado del amateurismo– debemos encontrar la forma de crear en plenitud en estos tiempos de ruina.

Por mi parte, siento debilidad por el cuento infantil –mitad utópico, mitad mañoso– "Sopa de piedra". Ya saben: el viajero hambriento llega a la aldea. En vez de limosnear puerta por puerta, pide prestada una olla vacía, enciende una hoguera en la plaza y pone a cocer el agua con una piedra dentro. Los aldeanos, intrigados, se le acercan y le preguntan qué cocina. "Sopa de piedra", responde él con aplomo. "Hervir y servir. Sencillo y delicioso. También puede añadírsele..." y menciona como de pasada diversos ingredientes secundarios. Cada lugareño corre a traer lo que tiene en su casa –ora un nabo, ora un hueso de jamón– a cambio de probar la sopa resultante. Cenan todos tan ricamente.

Además, me divierte y sorprende que todavía existan –que no se hayan extinguido– las tradicionales "Listas de boda". Esto es, que socialmente se acepte y hasta se respete la confección de un listado de regalos a los que el agasajador deberá ceñirse. Prefiero, y gozan de especial popularidad en la actual carestía, las páginas de trueque.

Finalmente, como la creadora Eva Hibernia me hizo notar un día, los proyectos no sólo se nutren de esfuerzos y materiales, sino que también los generan. Esfuerzos y materiales resultantes que, convenientemente encauzados, podrían alimentar proyectos posteriores, propios o ajenos. Hay demasiados brazos caídos, talento silenciado, y demasiados objetos preciosos convertidos en trastos que ya no se usan.

Pues bien, de una alambicada combinación de todos estos elementos surge "Teatro de piedra", una página abierta a la "Lista de creación" de cualquier artista, que contenga las necesidades de su proyecto: en ella pueden figurar ocho sillas art déco y una traducción al finlandés, o una habitación en Sevilla para los tres días de montaje y representaciones de una obra, etcétera. Se trata ni más ni menos de intercambiar trabajo o de aportar bienes para contribuir a la actividad profesional de los creadores sitiados y despojados.**

En un bello pasaje de Cartas del verano de 1926, Tsvietàieva escribe que su actividad poética se cimentaba sobre dos ideas: la voluntad y la libertad. En ruso, una única palabra significaba ambas cosas. Sea este "Teatro de piedra" una muestra de voluntad firme de resistencia y avance, y una acción libre, retadora y oportuna como pedrada en ojo de boticario.



*La cita, procedente del cuento "Petits conflictes de carrer" publicado en Un estrany al jardí, forma parte de los diálogos de "La cua del Paradís".
**La idea bebe directamente de las convocatorias en régimen de cooperativa de la página argentina "Alternativa Teatral".

Comentarios

  1. hola carida,
    como siempre disfrutando de tu post y recomendando su lectura. Me gustaría saber más sobre esa iniciativa del teatro de piedra...

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  2. Hola, Eva:

    Gracias por leer siempre y por prestar atención a las ideas germinales, a las briznas que crecen.

    El teatro de piedra está en construcción (sencillísima e inminente) y su utilidad dependerá sólo del uso que creadores, colaboradores y público sepamos darle.

    Muy pronto te invitaré a colgar allí tu lista de creación vigente.

    Besos.

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