Revelación escandida



Fogonazo nocturno,
nana que te desvela:
cuando nada has escrito
dormir prohibido queda.

En la mesa en desorden,
están hoy los papeles
esparcidos, en blanco,
acusación severa
de un día estéril. Clama
su palidez: "¡Poeta
muda, vigilia guarda
hasta saciarnos!". Tomas

la cucharilla sucia
de perfiles cortantes
y te hurgas el pecho,
te escarbas las entrañas,
remueves la raíz
de la lengua callada.
Y arrancas un poema
tambaleante, exhausto,
de líneas fantasmales
pero mejor que nada.

Y sorteas con él
la maldición arcana
que llegó en un susurro
o que quizá soñabas
en duermevela inquieta:

si llegas a dormirte
sin verter siquiera
la tinta de estos versos

despertarías muerta.


Fotografía tomada en préstamo del blog 
"Salón de los pasos perdidos" de Antonio Aguilar.

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