La anulación

Aguardo en la cola de un establecimiento bancario. Vengo a resolver una gestión concreta, breve, sencilla: quiero anular la tarjeta que contraté hace años y que me ha prestado un valioso servicio. Desde entonces, la comisión anual se ha ¿triplicado? No lo sé a ciencia cierta. Tampoco es ese el motivo por el cual me dispongo a cancelarla. 

El trámite carece de complicación. A mi turno, le alargo el trocito de plástico a la cajera. Ni siquiera necesita que le facilite documento de identidad alguno, ya que en las entrañas de su ordenador están depositados, además de mi historia económica, mis datos personales completos y mi fotografía –y aunque no alcanzo a verla desde donde estoy, la adivino antigua pero reconocible–. 

Gestiona la anulación con diligencia. Mientras, le echa un rápido vistazo a la pantalla, valora la actividad de la cuenta y su saldo, y deduce en voz alta:

―Trabajas con otra entidad, ¿verdad?

―¿Disculpa?

―Digo que trabajarás con otra entidad.

―Sí –respondo, escueta, porque prefiero ser breve a ser desagradable.

―Y ¿puedo preguntarte por qué?

“Ya lo has hecho”, me digo, “con amable condescendencia, con profesionalidad inquisitiva, con fidelidad al protocolo. Ya me lo has preguntado. Ahora esperas que te dé toscas excusas, o que me encoja de hombros, o que murmure algo sobre un mejor interés o una hipoteca que me obliga a operar con otro banco. Yo no he venido a esto. Yo he venido a anular una tarjeta. Pero aquí somos todos adultos –tú y yo, y la gente que hace fila­– y podemos escuchar la verdad sin sonrojo.”

            ―Cerraremos pronto esta libreta. Preferimos trabajar con banca ética.

            ― ¡Ah! –se sorprende; no entiende nada.

            ―No estamos de acuerdo con el modo en que vuestra entidad está gestionando los desahucios.

            ―¡No somos nosotros! ¡Todos los bancos están ejecutando hipotecas! –se violenta y se levanta de la silla para darme la espalda, fingiendo buscar algo tras de sí.

            ―No digo que lo estés haciendo tú. Digo que la entidad para la que trabajas está siendo especialmente salvaje en lo tocante a este asunto. 

Ella ya no me mira. No regresa a su asiento. Doy las gracias y me despido. Ni siquiera he levantado la voz –a pesar de lo mucho que me disgusta este maldito abuso financiero que he intentado explicarle, a petición suya, en cuatro palabras– pero los hombres y mujeres de la fila me miran mientras salgo. ¡Quién sabe lo que estarán pensando! 

Celebro haber trasladado nuestro exiguo capital a un banco transparente, cuyo balance contempla tanto la moral como las cifras. Aunque parezca la crónica de la simple anulación de una tarjeta, lo que en realidad quiero mostrarles hoy es la vislumbre de una vía hacia otra anulación más urgente e imprescindible: la del sometimiento de los ciudadanos a la hegemonía y a la impunidad de la banca mercantil.

Comentarios

  1. Cuidado con algunos bancos "éticos"

    http://charlatanes.blogspot.com.es/2012/08/antroposofia-la-secta-y-su-banco.html

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  2. Gracias por el apunte, Peter.

    Dejo aquí una cita del enlace que nos sugieres, para que cada quien se forme su opinión. Por mi parte, yo distinguiría entre bancos no tan buenos como uno querría y bancos de políticas abiertamente perversas.

    "Antroposofía: la secta y su banco", de Mauricio-José Schwarz:

    "Cuando en ese contexto alguien habla de una "banca ética", que hace suyas todas las palabras clave del buen rollo (ecológica, natural, apoyo a discapacitados, integración social, cooperación al desarrollo, comercio justo, rechazo de las motivaciones monetarias, respeto al medio ambiente, diversidad sexual, etc.) por supuesto suena como una oportunidad de darle un "zas en toda la boca" a sea quien sea el responsable de lo que nos está pasando... Pero, ¿es ética una banca que:paga bajos intereses a sus ahorradores para dar financiamiento barato a organizaciones sectarias; no ofrece financiamiento a tales ahorradores y se concentra preferentemente en organizaciones que viven del dinero público y con él pagan sus créditos; está comprometida con un proyecto de creencias absurdas, indemostradas y peligrosas, pero lo disimula; en nombre de creencias supersticiosas combate la vacunación y promueve pseudomedicinas no probadas que pueden costar vidas y fomentar sufrimientos innecesarios; promueve escuelas en las que se niega a los niños la mejor educación (y la mejor atención médica) con un esquema pedagógico caprichoso y una permanente indoctrinación ocultista; juega con los miedos de la gente para promover una agricultura que no tiene beneficios, cuyos peligros sanitarios son mayores, pero que es fuente de ingresos para otra empresa de la misma secta?"

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  3. Te felicito, pepa. Hablamos mucho de conciencia y de ética y de cambio, pero cuando nos toca lo referente al dinero nos puede la pereza, el miedo, un apalancamiento mental enorme. Hay buenas bancas éticas. hay otras maneras. Qué haces y donde pones el dinero habla de quién eres y dónde pones tu energía.

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  4. ¡Qué bonito, Eva! ¿Quiénes somos y dónde ponemos nuestra energía? Un punto de partida sabio para hacer balance del año que se extingue y propósitos para el que prende.

    Un fuerte fuerte fuerte abrazo.

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