Los testigos implicados

La compañía Cos de Lletra estrenará “Los niños tontos” de Ana María Matute en el Círcol Maldà de Barcelona el 5 de octubre. Las representaciones tendrán lugar de miércoles a domingo hasta el día 14.

La primera lectura de Los niños tontos de Ana María Matute cae en el alma como un vaso rebosante de aguardiente. A quien lo apura de un trago, le corta el aliento. A quien lo sorbe con parsimonia, le pone áspera la lengua y le enciende los ojos. Contemplados al trasluz, libro y vaso presentan la transparencia de un orujo desnudo. Al paladar, en cambio, se vuelven densos, con la sequedad cremosa del alcohol reposado.

La destilación de este licor concentrado, esencial, se lleva a cabo de forma casera. Su receta es ancestral. Ana María Matute macera una materia prima que recoge fresca –como se vendimia fresca la uva–, los abusos que se cometen con la infancia. Materia prima que abunda todavía en nuestros días. Después, destila esa uva fermentada ciñéndose a la pauta maravillosa del cuento tradicional.

 
"Fantasmas", de Salva Artesero

En el mismo bosque por donde iban y venían Pulgarcito, Hansel y Gretel, Caperucita o Blancanieves, encuentran su perdición irreversible los niños tontos. Se pierden en rincones sombríos. No lo hacen siguiendo a ningún extraño malévolo, ni sucumbiendo a ninguna amenaza sobrenatural, sino inmersos en su cotidianidad pedregosa y de esparto, faltos de una mano que los sostenga, una mano más grande que la suya. Por eso, aunque Los niños tontos sea un conjunto de narraciones sobre niños, no están escritas para el lector infantil. Estos cuentos trágicos emborrachan, desvelan, dejan la piel en carne viva.

Ana María Matute consigue pintar una realidad intensa envuelta en una neblina poética que, lejos de difuminarlos, aviva sus colores. Nos la relata disfrazándose de narradora omnisciente, ajena a cuanto sucede, cuando en verdad ella es una niña tonta que conoce bien el dolor que martiriza y el peligro que acecha a quienes carecen de cosas tan básicas como afecto, atención o esperanza. No nos habla en calidad de testigo distante, aunque mantenga callada su implicación y se cuide de no ensuciar con reivindicaciones ni proclamas su testimonio literario. 

Tampoco son meros observadores impasibles los fotógrafos cuyas obras ocuparán el vestíbulo del Círcol Maldà durante las representaciones del espectáculo "Los niños tontos", de la compañía Cos de Lletra. Allí se expondrán, por una parte, cinco fotografías del Fondo Hermanos Mayo, seleccionadas para este montaje por Joan Corderas i Plans en el mexicano Archivo General de la Nación; y por otra, cinco fotografías de Jordi R. Renom. En ambos casos, las imágenes muestran niños que comparten con los niños tontos de Matute un rasgo fundamental: mientras que al espectador podrían parecerle dignos de compasión, ellos luchan con sus pequeñas armas para no rendir del todo su inocencia infantil al ejército devastador del desencanto adulto.

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