Tres pasos

DISUASIÓN DE LA LECTURA
(En un rincón de la biblioteca, durante la temible hora del cuento, un niño apasionado –probablemente tan insistente que se vuelve inoportuno- da la murga al público y al narrador mientras su madre calla. De súbito, en un arranque de dignidad, ella decide marcharse y arrastrar consigo a la amiga que la acompaña y a los dos niñitos de ella. Los hijos de la amiga, atentos desde el principio a la narración, se resisten a irse y luego piden al menos tomar prestados los libros que ya han escuchado. Su madre los sujeta con firmeza por el brazo y los conmina.) 

MADRE DE LOS NIÑOS CON HAMBRE DE LIBROS: ¡Ya estáis dejando eso! ¡Vámonos!
HIJA MENOR: (Con la barbilla temblorosa y una inocencia que parte el corazón, incapaz de comprender qué ha hecho mal.) ¿Por qué? 

(Salen decididos; desfilan cual procesión resistente a cualquier forma de animación a la lectura.)


HUMEDAD PAPELERA
(El señor que despacha en la copistería chupa las hojas. Es decir, se chupa la punta del dedo para pasar las hojas. Lo hace indefectiblemente antes de cada hoja. A veces, en un rapto de eficiencia, se chupa incluso los índices de ambas manos y así puede pinzar simultáneamente las dos puntas superiores del folio. El efecto final sobre el papel es tan húmedo como si el dependiente estuviera chupando golosamente las hojas con una lengua ávida. De este modo, a la información impresa habitual en las fotocopias de cualquier otra copistería, él le añade una valiosísima e irrepetible información genética.) 


EL ÁRBOL DEL FINAL DEL CAMINO
(Susanne Assum, escultora alemana afincada en el Vallès Oriental, convierte el cuerpo derribado del pi de les arreletes –pino de las raicillas–, árbol centenario que se erigía en las inmediaciones del cementerio de Sant Feliu de Codines y que se desplomó en el 2009 bajo un viento tempestuoso, en una colección de obras en madera redondeada, pulida, de suavidad visible que incita a la caricia. La serie se expone hasta el 9 de abril en una sala gris y fría, pero la contundencia seminal de las piezas se adueña del espacio y lo transforma en un rincón espiritual, casi sacro. Todo allí es evocador: el origen de la materia prima, el procedimiento manual y exigente de elaboración de cada obra, el concepto metafórico que las sustenta y dimensiona, ampliando su poder inspirador.) 

PEPA: ¡Ojalá tuviera un teatro con vestíbulo donde colocar “Eclosió”, esta semilla que se abre eternamente, y “Traspàs”, túnel quemado que traspasa una esfera achatada de madera tersa y porosa y roída! Pondría una a un lado y la otra al lado opuesto, para convertir mi vestíbulo ficticio en una vida completa, de principio a fin. Eso es, pues, el teatro: vida que surge, vida que discurre y vida que acaba consumiéndose.



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