De fútbol, de mujeres y de libros
Podría ilustrar este texto una foto de Pepa cantando un gol,
pero –¡qué quieren!– eso no sólo sería impúdico, sino que simplificaría
demasiado el asunto que hoy vengo a tratar.
A Pepa le gusta el fútbol desde hace años y a veces tiene la
sensación de estar rizando no sé que rizo impreciso y peligroso. Por una parte,
porque los seguidores del deporte rey –así llamado, vayan a saber a santo de
qué– han proliferado histórica y mayoritariamente entre la población masculina.
Por otra, porque, salvo ilustres excepciones, a los escritores y demás artistas
o profesionales vinculados a la cultura el fútbol les da algo así como repelús;
prefieren apartarse del mundanal ruido mediático –práctica ciertamente
saludable– y despreciar las pasiones de las masas –aquí se ponen algo
tiquismiquis–; eso cuando no arremeten directamente contra el júbilo
futbolístico con calculados argumentos que denuncian su función de adormidera
social y el agravio que representan las inconcebibles cifras económicas que en
él se barajan –y razón no les falta–. Vamos, que ser escritor y que te guste el
fútbol es como ser sumiller y admitir en el trabajo que con lo que tú de verdad
disfrutas es con una buena litrona…
Al primer prejuicio le ha puesto remedio la nueva mujer –ésa
que copa las páginas de las revistas femeninas que te encartan los mismos periódicos
que reducen sus suplementos culturales a la mínima expresión–. En una metamorfosis
sin precedentes, la mujer caduca que mandaba al marido a ver el partido al bar
se ha transformado en otra que baja al bar con él, que organiza fiestas en casa
con sus amigos forofos y que se viste a la última para ir al campo. (Les ruego
que me disculpen la mofa: en lo de asistir al estadio, me corroe la envidia del
directo.) Lo verdaderamente prodigioso de este cambio radica en que no es mera
fachada: hay aficionadas que valoran los aspectos técnicos del juego y son
capaces de discutir sobre ellos con la misma vehemencia y el mismo conocimiento
de causa que muchos hombres.
El segundo obstáculo en realidad no es tal. Los
extraordinarios escritos futbolístico-literarios de Juan Villoro, EnriqueVila-Matas, Gonzalo Suárez –Martín Girard–, Javier Marías, Manuel Vázquez
Montalbán, Miguel Delibes, Rafael Alberti, Josep Palau i Fabre, Eduardo Galeano, Osvaldo
Soriano… invitan a seguir su estela. En ellos se ampara Pepa para hacer sus primeros
pinitos en el campo de la crónica deportiva de carácter poético: «Al inicio de la segunda parte, el marcador de 2 a 0 a favor
del Barcelona se volvió cabeza abajo tras un gol de falta y otro de penalti del
Granada; ambos tantos sirvieron al equipo visitante para empatar a los locales –en
números, ya que no en juego–. Entonces, Messi, que ya había igualado en el
primer tiempo el histórico récord de goles de un jugador del club –ostentado
hasta entonces por César, el legendario delantero del Barça de las cinco copas–,
tomó de nuevo la palabra y con ella las riendas del match, y firmó un tanto
bellísimo –vaselina imposible que evocaba el gol con que debutó en el primer
equipo– con el que inauguró una nueva página en los anales de la historia azulgrana.
El argentino aún marcaría su tercer gol contra los andaluces. Al final,
abandonó el césped llevando consigo la pelota que daba fe de su enésimo hat trick. La pelota del récord».
La reseña no es nada del otro jueves, todavía. De acuerdo. Ni
siquiera le hace la debida justicia al momento mágico que vivimos el martes 20
de marzo a las 22:25 h. Pero el asunto es que uno escribe sobre lo que le
conmueve y escoge qué temas desarrollará sin importarle lo que se considera
oportuno, de buen tono o adecuado para él. Que no abunden escritoras que le presten
atención literaria al fútbol no significa que sea para ellas un terreno vedado.
No les estoy hablando de igualdad, sino de libertad.
Primer gol de Messi con el FC Barcelona (2005). Foto: EFE
Excelente artículo, me ha gustado mucho el enfoque deportivo literario. Yo también pienso que no están reñidos... ni tampoco que las mujeres degusten un buen partido junto a sus maridos. Hay cosas peores en el mundo ¿no?...
ResponderEliminarPerdona el retraso en responderte, José Manuel: estaba siguiendo la jornada de liga.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por seguir leyendo.