Ciudad Visible
Andrés Bujardón se fue a Argentina. Oyó a la gente hablar como de pasada de una Ciudad Oculta dentro de Buenos Aires. «¿Qué será –se diría– ese lugar con nombre de misterio y de leyenda?» Se adentró en el barrio, en la desolada Villa 15, la villa miseria, la villa sin agua potable ni horizontes de cambio, y miró a su alrededor durante seis meses. Contempló la realidad con ojos de cineasta; bellísimas son las imágenes que conforman Ciudad Oculta, su retrato de ese paisaje salvaje y cruel en el cual viven –o sobreviven, o malviven– dieciséis mil habitantes. Sin embargo –y he aquí lo milagroso de este documental en tiempos de creación audiovisual hipertecnificada, estruendosa y aséptica– Bujardón contempló la realidad esencialmente con ojos de hombre, de ser humano que abre una ventana para que por ella se asomen aquellos a quienes se ocultó literalmente tras un muro –se construyó con motivo del mundial de fútbol de 1978, para que Villa 15 no afease las fotos de los turistas–.
Con honradez, sin artimañas, se ganó la confianza de esos héroes que se sobreponían diariamente a la adversidad y al desánimo, y también la de los antihéroes vencidos que habían acabado sucumbiendo al oleaje. Las palabras que todos ellos le dirigen –a Bujardón y, con él, a la cámara– sacuden al espectador con su franqueza, su dolor, su voluntad, su esperanza, su serenidad, su amargura, su alegría, su impaciencia… Rebosan verdad: un bien precioso y raro que no sólo escasea en las pantallas, sino especialmente en los rostros animados que nos rodean y en las caretas con que nosotros mismos nos cubrimos. Los protagonistas de Ciudad Oculta, sin apenas nada que perder, no recurren a la impostura, no improvisan un mentiroso «todo va bien», no se desentienden de su pobreza, no niegan pudorosamente su desesperada necesidad de que las cosas mejoren.
Andrés Bujardón nos muestra cuánto les falta, y con ello nos revela lo que sí tienen: un hambre que se les vuelve fuerza y una frustración que multiplica su férrea determinación de materializar sus modestos sueños. Trabajan por una Ciudad Visible que se muestre orgullosa ante los ojos ciegos de quienes tanto tiempo llevaban sin mirarlos. Por la ventana humilde que Bujardón les abre podemos mirarlos también nosotros.
Ciudad Oculta (Andrés Bujardón, 2010) se estrenó el 15 de julio de 2011 en los Cines Alexandra. Tras ser nominada a los Premis Gaudí, el 18 de octubre se proyectó en la Filmoteca de Catalunya. Ciudad oculta puede verse de nuevo, en horario matinal, en los Cines Alexandra.
Con honradez, sin artimañas, se ganó la confianza de esos héroes que se sobreponían diariamente a la adversidad y al desánimo, y también la de los antihéroes vencidos que habían acabado sucumbiendo al oleaje. Las palabras que todos ellos le dirigen –a Bujardón y, con él, a la cámara– sacuden al espectador con su franqueza, su dolor, su voluntad, su esperanza, su serenidad, su amargura, su alegría, su impaciencia… Rebosan verdad: un bien precioso y raro que no sólo escasea en las pantallas, sino especialmente en los rostros animados que nos rodean y en las caretas con que nosotros mismos nos cubrimos. Los protagonistas de Ciudad Oculta, sin apenas nada que perder, no recurren a la impostura, no improvisan un mentiroso «todo va bien», no se desentienden de su pobreza, no niegan pudorosamente su desesperada necesidad de que las cosas mejoren.
Ciudad Oculta (Andrés Bujardón, 2010) se estrenó el 15 de julio de 2011 en los Cines Alexandra. Tras ser nominada a los Premis Gaudí, el 18 de octubre se proyectó en la Filmoteca de Catalunya. Ciudad oculta puede verse de nuevo, en horario matinal, en los Cines Alexandra.

va a doler,pero valdrá la pena
ResponderEliminar