De Jaén a la Casa del Llibre

Los medios anunciaban que Andreu Gomila o Jordi Nopca charlarían en la céntrica librería barcelonesa con un tal Javier Pérez de Andújar (municipio de la provincia de Jaén) el martes 22 de febrero a las siete de la tarde. Ese mismo día y a la misma hora, su homónimo casi idéntico, el escritor Javier Pérez Andújar de Sant Adrià de Besòs, compareció puntualmente a la cita que tenía con Óscar Carreño de Badalona en la biblioteca Francesca Bonnemaison.

Sin urgencia por vender ni un solo libro autografiado y sin siquiera despeinarse por el desbarajuste en la difusión, Pérez Andújar conversó con su anfitrión en un apacible encuentro en el marco del ciclo «Parlem amb…». A lo largo de una hora, ofrecieron a la veintena de lectores congregados en la sala Dante reflexiones sobre Todo lo que se llevó el diablo. En contra de la opinión de buena parte de la crítica literaria, que ha creído ver en esta nueva novela una ruptura respecto al camino emprendido en la anterior y primera, Los príncipes valientes, el autor sostiene que ambas no hacen sino desarrollar un mismo tema: la superación de la adversidad a través de los libros. Pérez Andújar y Carreño desgranaron algunos de los aspectos más destacables de Todo lo que se llevó el diablo: el tratamiento que se hace en la obra de la información histórica y su minuciosa imbricación con la trama ficticia, la aproximación teórica a la oralidad y el impresionante despliegue de oralidad dialogada, la lectura como salvavidas, como estímulo de desarrollo, como fuente de goce, etcétera.

Abordaron también el declarado interés de Pérez Andújar por la cultura popular y por la popularización de la otra cultura, aquella de la que parecen haberse apropiado intelectuales y académicos. Por ambas causas rompe el autor lanzas a cientos en sus dos novelas, y son además motor de su actividad como escritor y divulgador en los medios más diversos.

Afable y cómico sin quizá pretenderlo, a la manera de su admirado Colombo, Pérez Andújar divirtió a sus lectores con anécdotas sacadas tanto de su propia memoria como del trabajo de documentación para la novela: del rejoneo en moto –siendo rejoneador el paquete y no el piloto– a los equilibrios acrobáticos de la Guardia Civil en los desfiles –seis en una moto, «a ti te multaban y luego lo hacían ellos»–. Para el recuerdo de los asistentes quedará un rosario de frases memorables. Sirvan de muestra una deliciosa perogrullada –«si hay gente que se llama Reposiano y gente que se apellida Guitarra, bien puede alguien llamarse Reposiano Guitarra»– y una contundente declaración de principios –«me enfada que se use la cultura como estructura de poder»–.

Quién sabe cómo lo pasaron en Casa del Llibre con el andujareño Javier Pérez –que, en la fotografía a todo color del anuncio publicado en la página 9 del suplemento Time Out Cultura, aparecía urbano y cordial, tan igual a Pérez Andújar como él mismo–. De la pequeña sala Dante, medio escondida en un rincón de la planta superior de la Francesca Bonnemaison, los espectadores salían con la sonrisa dibujada en los labios y los hombros aligerados del peso de la cultura lapidaria, convencidos hasta los tuétanos de que –ya lo sabían ellos– la lectura es algo próximo al placer y a la felicidad.

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