Un cuento peludo

Gracias a Matías por la semilla i a I. por el estiércol

Una mujer que vive sola descubre, con asco y sorpresa, un pelo que no es suyo en la bañera. ¿Cómo llegó hasta allí? ¿A quién pertenece? ¿Por qué le pasa esto precisamente a ella, que es pulcra y escrupulosa? Podría haber hecho correr el agua para que desapareciese con un remolino por el desagüe... pero ella no es de la clase de mujer que cierra los ojos ante lo que no le gusta. Ella los abre más que nunca, dispuesta a llegar al fondo del asunto. No en vano vive sola: a ella no le llena la bañera de pelos nadie, si no es ella misma. Se equipa con unas pinzas viejas, pues jamás tocaría un pelo ajeno con nada que luego fuese a rozar su propia piel; también busca una bolsa de congelados, de esas que hacen zip y quedan herméticamente selladas tal y como promete el anuncio. Recoge el pelo y lo deposita entre el plástico transparente y aséptico. Lo guarda, como prueba flagrante de lo irrespetuosa que es la gente y de lo mal que la trata la vida. Decide tomárselo como algo personal: es su bañera y no es su pelo.

La mujer en realidad no está loca, quizá levemente desquiciada. Durante años convivió con un greñudo caradura que le sacaba la sangre y le llenaba de pelos hasta el último rincón del piso, así que el hallazgo del pelo desconocido le ha alborotado todos los fantasmas. El caso es que no le faltan motivos, porque tan inexplicablemente como ha aparecido el pelo en la bañera empiezan a surgir pelos por todas partes: en la almohada, entre la ropa limpia y planchada, en la sopa... Son apenas uno o dos cabellos sueltos, pero uno o dos a cada paso que da son demasiados y decide denunciar un "allanamiento capilar de morada". Cuando lo intenta, el policía se le ríe en la cara: "¿A quién quiere incriminar con una mata anónima de pelos recopilados uno a uno en una bolsa de plástico alimentario? ¡Hágase una peluca, señora, y déjenos trabajar!" Sin respuestas, sin soluciones, sin la certeza de que podrá volver a vivir tranquila y libre de pelos inoportunos, la mujer opta por mudarse. En el piso vacío con el cartel "se alquila" colgado del balcón continúan materializándose cabellos y más cabellos, a pesar de que la puerta esté cerrada a cal y canto.


En las antípodas, otra mujer que vive sola revisa angustiada toda su casa: armarios y ropa de cama, platos y ollas, cada milímetro de la loza sanitaria... Es evidente que se está quedando calva; aun así, no ha encontrado ni un solo pelo en ninguna parte desde hace meses.


Comentarios

  1. ¿Por qué es malo?

    ¿monzó, millás, pàmies... también escriben cuentos malos?

    ¡Menos prejuicios y más sentido del humor!

    VIVA LA PEPA

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  2. que genial la idea d la teletransportacion d los sucios pelos-adorados cabellos

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  3. Pues sí, Harry, abajo los prejuicios y larga vida a la risa.

    La idea vino de los propios pelos, que son escurridizos y a veces nos traen de cabeza. ¿Te ha pasado a ti, ilsetowanda, encontrarte en la ropa que llevabas puesta pelos de un color y un largo distinto al tuyo, que quizá hayan trepado desde la silla de una cafetería o el banco de una plaza? ¡Qué inquietantes resultan!

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