Tontos de remate
La compañía Cos de Lletra
estrenó “Los niños tontos” de Ana María Matute en el Círcol Maldà de
Barcelona el 5 de octubre de 2012. En 2019 recupera el espectáculo, que
llega a teatros de toda Catalunya en funciones para alumnos de
bachillerato dentro del ciclo "Teatre i Literatura".
Tres lectoras inteligentes de
trece años señalan que les ha inquietado el modo en que tratan los adultos a los niños en El camino
de Delibes. «¿Cómo
diríais que se portan con ellos?», insistimos. «Como si fueran tontos», afirman
sin dudar.
Niños en el campo mísero de un
país asolado por una guerra todavía reciente. Niños sitiados por unas
circunstancias penosas. Niños invisibles para los adultos que –pese a compartir
con ellos el espacio físico de la casa, la calle, la escuela– sólo tienen ojos
y oídos y brazos y aliento para deslomarse tratando de cubrir las necesidades
más urgentes. Niños a quienes la felicidad instintiva de la infancia se les
atraganta, envenenada por un aire corrompido –de violencia, de dureza, de
carencias hondas– que todo lo invade. Niños desgraciados en una tierra en la
que crece, firmemente enraizada, la certeza de que los listos viven bien, de
que quien siembra astucia recoge abundancia.
Fotografía de José Miguel de Miguel
Así, estos inocentes niños
abandonados, que acaban sucumbiendo sin remedio bajo la losa de la realidad –demasiado
pesada para sus cortas fuerzas–, deben ser tontos. Tontos de remate. ¡Si hasta
se mueren de puro tontos, los pobres!
Los niños tontos de
Ana María Matute representan la misma infancia acosada –tierna y espinosa,
frágil y valiente– que el Mochuelo, el Moñigo y el Tiñoso de Delibes. De hecho,
la literatura española de los años cincuenta aparece generosamente poblada de
niños tontos, y no lo hace por capricho, ni por tradición, ni por artimaña
comercial alguna. Sus protagonistas encarnan a buena parte de los niños de
entonces, los mismos niños tontos que hoy cuentan alrededor de setenta años,
que conservan vívido el recuerdo de lo poco que tuvieron y de lo mucho que les
faltó, y que salen con pancartas a las plazas porque no están dispuestos a
aceptar dócilmente que sus nietos pasen por lo que ellos pasaron.
Fotografía de Salva Artesero
Hola compañía cos de lletra. tengo muchas ganas de asistir a la función de Los Niños tontos. Con Rubén miraremos si podemos ir al estreno. Quiero desearos mucha fuerza para estos últimos días y una musa atenta y victoriosa.
ResponderEliminarbesos y besos
Mil gracias, Peregrina.
ResponderEliminarSeréis una maravillosa compañía, vengáis a la función que vengáis.
Se agradecen -y de qué manera- las fuerzas y la musa en estas dos últimas semanas.
Muchos besos para los dos.
Niños a quienes la felicidad instintiva de la infancia se les atraganta..se nos atragantaba,se nos atragantó :'(
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