Miss Virginia de uñas y las mujeres artistas
"Miss Virginia, de dos años y medio, araña a su hermano, de cuatro
años. Insisto, y al fin lo consigo, en que debe pedir perdón o darle un beso.
Se muestra muy pensativa por algún tiempo y luego me pregunta: '¿Para qué
tenemos uñas, papá?'"
La gripe me lanzó en brazos de Virginia Woolf, la biografía a cargo de Quentin Bell –sobrino de la escritora– traducida y prologada en castellano por
Marta Pessarrodona. Entre fiebres y toses, con la mente acorchada y la emoción
al borde del estornudo, me paseé por sus edades y amigos, por sus casas y
escritos, por su amor, por su enfermedad, por sus intuiciones, convicciones y
dudas... Y recorrí sus infinitas lecturas, sus dedos entintados por los tipos o
atando hábilmente paquetitos de libros con cordel, la extensión kilométrica de
su correspondencia –que superó con creces la de sus viajes–. Oí sus réplicas
afiladas, sus soliloquios, los bombardeos sobre su cabeza, las voces interiores
que la acosaban... Se suicidó demasiado pronto: lloré entre mocos de tristeza y
gemidos de ahogo.
A quienes no les gustan las mujeres creadoras se les reconoce de inmediato por la condescendencia irritada con la que las desacreditan, interpretando como desfachatez la sencillez con que abordan a su interlocutor, como irresponsabilidad y ligereza su decisión, como obcecación inoportuna su constancia.
A los que veis la labor incesante que esconde este arrojo, gracias. A todas vosotras, adelante.
[Carta
de Leslie Stephen, padre de Virginia Woolf,
fechada el 23 de diciembre de
1884.]
***
Las mujeres creadoras se fortifican. Comparten un carácter rocoso y unos
adentros tiernos. Las carreras de fondo exigen una resistencia que quizá no sea
innata, pero que una acaba desarrollando por pura necesidad. A las mujeres
creadoras a prueba de bombas también las bombardean, faltaría más, y tiemblan
entonces en el alma. Pero no están dispuestas a romperse, que recomponerse es
muy laborioso y estorba de mala manera el trabajo artístico. Por eso hablan con
firmeza, obran con determinación, interpelan con insistencia.
A quienes no les gustan las mujeres creadoras se les reconoce de inmediato por la condescendencia irritada con la que las desacreditan, interpretando como desfachatez la sencillez con que abordan a su interlocutor, como irresponsabilidad y ligereza su decisión, como obcecación inoportuna su constancia.
A los que veis la labor incesante que esconde este arrojo, gracias. A todas vosotras, adelante.
***
Se considera a menudo a Virginia Woolf abanderada de la igualdad de la
mujer. Su posición ideológica y su aportación en este ámbito avanzan en
paralelo a las de su marido, Leonard Woolf. En matemáticas, hacen falta dos
elementos para establecer una auténtica igualdad.
The Granger Collection, NYC / TopFoto
Otra mente andrógina. De lo mejorcito que hay en este mundo.
ResponderEliminar¡Abajo las divisiones!
ResponderEliminar¡Arriba la suma!
Un fuerte abrazo, Stefano.
Mi virginia, roca y gelatina . Siempre he sabido que no eras de carne y hueso, cuando te abrazaba al acostarte despues de leerte un cuento y sabiendo que las uñas son para Maléfica o para rascarnos la cabeza, te fundias conmigo, y despues como si te volviera a parir, te acomodabas en tu cama y te dormias. Entonces,cómo ahora cuando te veo durmiendo, no puedo evitar preguntar al universo ¿cómo se puede amar tanto sin que te explote el corazón?
ResponderEliminarAy, mi Concha querida, mamá-Maléfica, ¡gracias por esta dulcísima declaración de amor llena de poesía! "Roca y gelatina" (vaya si me conoces).
ResponderEliminar¿Y cómo va a explotarte el corazón de querer tanto, si tu corazón es más grande que el mundo?
Mil besos. Hoy soñaré contigo.
gracias por la entrada, virginia es un faro para todos y siempre es necesario recordarla y nutritivo leerla. me ha encantado el comentario de Concha, precioso.
ResponderEliminarpepiña, mejórate de esa gripe.
Gracias, peregrina.
ResponderEliminarHacen falta faros, y a ratos hacen falta gripes para detenerse el tiempo que se tarda en volver a verlos.
Pronto, la visita pendiente.
(Concha se pondrá colorada con tu elogio. Gracias también por eso.)
QUE BUENO CUANDO LA ENFERMEDAD SE TORNA POSITIVA COMO DECIMOS EN BUDISMO TRANSFORMAMOS EL VENENO EN MEDICINA. GRACIAS A TU GRIPE TE ADENTRASTE EN UNA VIDA INTERESANTE Y RESPECTO A LA UTILIDAD DE LAS UÑAS ES ALGO QUE ADMIRO EN LAS DAMAS. SUEÑO CON UNAS MANOS DE LARGAS UÑAS QUE ME RASQUEN LA ESPALDA Y ASI DORMIRME PLACIDAMENTE. VICIO DE POBRE , QUE LE DICEN
ResponderEliminarGracias por la visita entusiasta, Horacio. Aquí también decimos que quien no se consuela es porque no quiere y que hay que hacer de la necesidad virtud. ¡Pues sí, la gripe tuvo su lado positivo!
ResponderEliminarEn lo que respecta a esas uñas de fantasía, suéñalas larguísimas pero romas -no se vayan a entretener despellejándote cuando te duermas-.
Gracias!! PEPA por tu acertado análisis de las mujeres creadoras,y por dar valor a la tocudez de la rocas.
ResponderEliminarPrecioso lo de Roca-gelatina, como definición de Concha. Con su permiso lo adoptaré.
Que los dioses te concedan una gripe por trimestre. Les estaremos agradecidos por los regalos que nos haces después.
Una abrazo de una roca-gelatina más.
Gracias, Violeta, por leer y por reconocerte en estas palabras. La tozudez tiene mala prensa, pero no es sino persistencia, determinación a prueba de adversidades e indiferencia. ¡Cuánta falta nos hace, si queremos crear! Sí que es bella, la imagen roca-gelatina. Le contaré a Concha que su metáfora ha hecho fortuna.
ResponderEliminarProcuraré menudear (sin gripe) las apariciones por estos andurriales.
Abrazo tardío pero sincero.