Los dominios de Greene




Un mundo propio

Graham Greene

(Traductora: Eugenia Vázquez Nacarino)

La uÑa RoTa: Segovia, 2014

160 págs.



El pasado otoño La uÑa RoTa celebró su decimoctavo aniversario publicando por primera vez en España Un mundo propioA World of My Own–, el brevísimo volumen póstumo con el que Graham Greene remató su vasta obra literaria. 

En Un mundo propio Graham Greene compone una antología de sus sueños. De hecho, dedicó los últimos meses de su vida a rescatarlos de entre las más de ochocientas páginas de diarios de sueños que había registrado durante casi veinticinco años. Los escogió, los agrupó por temas recurrentes y añadió comentarios o aclaraciones a ciertos pasajes. Al fin, le entregó a su compañera, Yvonne Cloetta, este texto: un testamento literario honesto y sin pretensiones, una autobiografía poco convencional pero más indudable que las memorias al uso, una puerta accesible por la que asomarnos a su exuberante Mundo Propio. 

Ya en su primera juventud el escritor había anotado metódicamente los sueños a petición de su psicoanalista. Casi medio siglo después, retomó la tarea. Una lógica interna inquebrantable, ajena al orden del Mundo Común, rige estos relatos oníricos, en los que el detalle alcanza una intensidad y una precisión extraordinarias. En ellos se desvanece la causalidad y se arremolinan el hado, la alquimia y la nimiedad. Emoción y revelación –que van de la felicidad inexplicable a la muerte– se agolpan en una sucesión de experiencias despojadas de pompa y grandilocuencia. La más deliciosa ironía impregna sus páginas. Por ellas desfilan los grandes acontecimientos y personajes de la historia, y se los describe y trata sin alharacas ni protocolo. El propio Graham Greene interviene decisiva o tangencialmente, y se codea con insignes autores –siempre muertos, por alguna razón insospechada los escritores vivos jamás penetraron en su Mundo–, reyes, pontífices, actores... 

A quien raramente sueñe, Un mundo propio se le antojará una serie de cuentos de raras concisión y brillantez, cuyo sentido último permanece inaprensible. Al soñador, en cambio, lo maravillará la capacidad de Graham Greene para modelar esa materia prima, intangible e incoherente, en narraciones exactas, apasionantes, conmovedoras, cosmopolitas, humorísticas, cultas, trascendentes y aun impúdicas. Sea como sea, este ramillete de piezas le depara a cada lector un placer cierto y simple. Eugenia Vázquez Nacarino firma la traducción, que aúna sencillez y claridad y nos entrega las imágenes con su viveza de primera mano. 

Que la aparente desnudez literaria de esta pequeña obra no nos mueva a equívoco. Estos sueños guardan una estrecha relación con el resto de la producción de su autor: “Algunos de mis relatos breves partieron de recuerdos de mi Mundo Propio. En ‘Sueño de una tierra extraña’ sólo añadí el sonido de un disparo. En ‘La raíz de todo mal’, no cambié nada cuando me desperté, con una sonrisa de satisfacción, recién llegado de mi Mundo Propio al Mundo Común”. Aquí y allá descubrimos semillas –símbolos u obsesiones– que germinaron en textos más extensos; es el caso de este invitado indeseado y fugaz de El tercer hombre–: “Me encontraba en una habitación donde había un loro suelto que de pronto voló hasta el techo. —Me aterran los pájaros, igual que a mi madre. No soporto el tacto de las plumas. No me puedo quedar aquí. […] el loro se lanzó en picado tras de mí y casi me rozó la cara”. 

En su brevedad, Un mundo propio abarca los extensos dominios de Graham Greene, el paisaje inmaterial –fantástico, espiritual y personal– que constituye el verdadero territorio del escritor.

Ruth Vilar
Quimera. Revista de Literatura.
Nº 378. Mayo 2015.

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